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La fama…


… mata. Así es, de una manera u otra la mala suerte acaba cayendo sobre las espaldas de aquellos seres que pese a su corta edad alcanzan altos índices de popularidad.

La mayoría de las veces la causa de la fatalidad es consecuencia de las actitudes de los propios individuos, pero el caso acaecido la semana pasada y que pasó desapercibido por la mayoría de los medios de prensa es totalmente diferente.

Resulta que un conejo que había nacido en el zoo de “Limbach-Oberfrohna” (Sajonia, Alemania, Europa, Planeta Tierra, Vía Láctea, Universo, ¿Culo de un mono?...) que no tenia orejas (como aquel de Fukushima) se había convertido en una estrella en el país de las buenas, grandes y satisfactorias salchichas. Tal fue el eco mediático a raíz de su nacimiento que se preparó una presentación a lo grande para el conejo “Til”. Ningún animal desde el pulpo “Paul” había atraído a tantos medios de comunicación…

Pero la fatalidad no tardaría en romper las ilusiones del pobre conejo Til. Todo marchaba bien ese día, muchos eran los medios de comunicación que habían acudido a presenciar tal evento. Til y sus cuidadores eran felices, estaban tan emocionados que se masturbaron antes de comenzar para poder calmar algo sus nervios al ver que había tantos periodistas esperando que casi no cabían en la sala. Todo se desarrolló según el plan, Til ya era una estrella. De pronto, entre alborotos y alegrías, se oyó un grito que helo la sangre de los presentes (tanto que murió un lagarto).

-¿Y Til? – Preguntó uno de los presentes.

-¡Til! – Gritó una cuidadora suya que parecía un hombre.

Til no respondió. Til no respondería jamás. Al pobre conejo lo había pisado un cámara (dicen que una cámara) y lo había matado “ipso facto”. Así es, la carrera del pobre conejo desorejado terminaba nada más empezar como muchos de los programas de “Antena 3”.

Así es, en la vida todo puede pasar. Puedes estar en lo más alto y caer hasta el fondo o estar en el fondo y hundirte más. Por eso os recomiendo que no hagáis planes, que dejéis el trabajo antes de que os tiren, metáis vuestro piso por el culo al del banco y que os dediquéis a vivir. Si os vais al otro barrio siendo jóvenes, por lo menos no habréis estado esclavizados por esta sociedad. Yo os recordaré hasta el día que muera en mi 169 cumpleaños. ¡Ay! Esclavo de mi…

Bueno, como no tengo el video del suceso, os dejo uno clásico de un roedor llamado “Ebichu” que quitará dramatismo (que lo tiene) al asunto. Sé que un conejo no es un roedor, pero también es suave y peludo (ummm…).

Recordad: El conejo sin orejas de Fukushima no fue tan conocido porque da algo de grima el origen de su mutación…
 

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